· Francisco José Sauco · Entrenamiento  · 3 min read

Cómo motivar a tus clientes para que sigan entrenando (incluso cuando no les apetece)

La motivación no siempre es cuestión de fuerza de voluntad. A veces, lo que tus clientes necesitan no es que les empujes más fuerte, sino que les acompañes mejor. Descubre cómo generar una conexión real y ayudarles a superar los altibajos del camino.

La motivación no siempre es cuestión de fuerza de voluntad. A veces, lo que tus clientes necesitan no es que les empujes más fuerte, sino que les acompañes mejor. Descubre cómo generar una conexión real y ayudarles a superar los altibajos del camino.

Introducción

Sabes que moverse es bueno. Tus clientes también. Y sin embargo, incluso las personas con objetivos claros y ganas reales de mejorar pueden perder la motivación. No es pereza, no es falta de compromiso. Es parte del proceso humano.

Como entrenador, tu trabajo va más allá de diseñar rutinas o contar repeticiones. Eres guía, espejo y apoyo emocional. Ayudarles a mantener la motivación no significa forzarles a entrenar más, sino conectar con lo que de verdad les mueve. Ahí está la clave.

Entender que la motivación no es lineal

Uno de los mayores errores es asumir que la motivación es constante. No lo es.

Tus clientes tendrán semanas en las que se sienten imparables, y otras en las que no quieren ni ponerse las zapatillas. Y eso está bien. El reto no es mantenerlos siempre “a tope”, sino ayudarles a atravesar los bajones sin rendirse.

Construir una relación auténtica

No hay atajos aquí. Las personas siguen entrenando cuando sienten que alguien cree en ellas. Escúchales. Pregunta más allá del entrenamiento: ¿cómo duermen?, ¿qué les estresa?, ¿qué les alegra?

Ese vínculo personal es el pegamento que mantiene el compromiso cuando el entusiasmo inicial se apaga.

Celebrar lo que no se ve

No todo avance es físico. A veces, lo más difícil es simplemente presentarse. Valida esos pequeños logros: venir a entrenar tras una mala semana, elegir agua en lugar de refresco, decir “no” a una excusa.

Hazles ver que lo que hacen importa, incluso cuando no se traduce (aún) en resultados visibles.

Adaptar, no imponer

La rigidez mata la adherencia. Si ves que alguien está estancado o desmotivado, no intentes motivarle con más exigencia. Adapta el plan. Propón sesiones más ligeras, divertidas o distintas. A veces un cambio de ritmo es justo lo que necesitan.

Reconectar con su “por qué”

Cada cliente empezó por una razón. No pierdas de vista ese “para qué”. ¿Querían jugar con sus hijos sin agotarse? ¿Sentirse bien en su piel? ¿Dejar atrás el dolor?

Cuando la energía flaquea, volver a conectar con ese propósito profundo puede ser más potente que cualquier playlist de motivación.

Usa la tecnología como aliada (no como sustituto)

Aplicaciones, recordatorios, seguimiento de hábitos… Todo esto ayuda. Pero no sustituye tu presencia. La clave no está en automatizar la motivación, sino en usar las herramientas digitales para reforzar la conexión humana.

En Habituae, por ejemplo, puedes automatizar mensajes de ánimo o hacer seguimiento de hábitos, pero lo que realmente hace que un cliente se quede es sentir que a ti te importa.

Conclusión

Motivar no es encender un fuego. Es acompañar a alguien mientras aprende a mantenerlo vivo. A veces será intenso, otras apenas una chispa. Lo importante es que siga ahí.

Como entrenador, puedes ser esa llama constante. No la que quema, sino la que calienta. Esa que, aunque parezca pequeña, da sentido a todo el camino.


¿Quieres mejorar la forma en que haces seguimiento, acompañas y motivas a tus clientes? En Habituae estamos construyendo justo eso. Escríbenos aquí y cuéntanos qué te gustaría tener.

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